La historia
del
Puerto de Tonalá Chiapas, y del desarrollo
que tuvo a la vuelta del siglo
XX
Ponencia
presentada en el IV
Encuentro Nacional sobre
Conservación del Patrimonio Industrial
Puebla,
Pue., del 28 de septiembre al 1 de octubre 2005
por
David R.
Dávila Villers
Antecedentes :
La historia que intento reconstruir
es la de
una ciudad pequeña que se convirtió en un pueblo grande. Lejos de ser un
documento acabado, lo que sigue es una modesta contribución que quizá sirva, en
el futuro, a otros investigadores, para seguir reconstruyendo nuestra
micro-historia.
Tonalá es uno de los asentamientos
más antiguos
del Estado de Chiapas, aunque la continuidad histórica no pueda aún
establecerse con certeza. A unos kilómetros de la ciudad actual se encuentran
las ruinas de Iglesia Vieja, un asentamiento de influencia olmeca, a juzgar por
los rasgos negroides de algunas de las esculturas que permanecen en el lugar; o
quizás debiera decir, que aún no han sido saqueadas, debido a su tamaño (es el
caso de “El Sapodrilo”) o por la dificultad de desenterrarlas completamente.
Topográficamente, la Costa de Chiapas es
un corredor natural de comunicación mesoamericano, dominado claramente desde
las alturas de Iglesia Vieja, un sitio en la Sierra Madre por cierto mucho más
fresco para vivir que la ubicación actual de la ciudad de Tonalá.
La tardía conquista azteca de la zona en
1486 duró relativamente poco (unos 38 años), pues ya los españoles se habían
instalado en 1524 (justamente en febrero de ese año, Pedro de Alvarado derrotó
a los indígenas de la sierra del Soconusco
y tuvo lugar la conquista de Cuscatlán, en lo que hoy es El Salvador, de
acuerdo al Memorial de Sololá.
La región, sin embargo, retiene gran parte de su toponimia náhuatl.
El Códice de los Tributos detalla el
monto de lo que la zona del Soconusco reportaba al Imperio Azteca. Los
materiales entregados a los tenochcas hablan de los productos que la zona,
desde entonces producía: ámbar, jícaras, piezas de barro, cacao, pieles de
ocelote, aves tropicales, diversas plumas de variados colores, gargantillas de
jade.
Una de las edificaciones españolas más
antiguas en la actual Tonalá es la iglesia consagrada a San Francisco de Asís,
erigida en el curso del siglo XVIII; presumiblemente inaugurada el 22 de
octubre de 1794. Hay que disculpar los tonos pastel de que hoy se viste (como
de quinceañera), que aparecen poco decorosos para una dama de más de
trescientos años.
Durante la época de la
guerra de independencia, las Cortes españolas, desde la Isla de León (separada
de Cádiz por el Río Sancti Petri), otorgan a Tonalá el rango de Villa, “debido
a la ayuda proporcionada”, el 1º de Noviembre de 1813.
El puerto de Tonalá (que se había abierto el 29 de octubre de 1813) toma parte en la decisión
chiapaneca de separarse de España y anexarse a México. De esas mismas fechas es
el decreto de las Cortes por el que se le da libertad de derechos por diez
años, fechado, también, en Isla de León, el 7 de Noviembre de 1813.
Durante su cuarta campaña
(1813-1815), el generalísimo José María Morelos y Pavón ocupó la ciudad de
Oaxaca. Morelos destacó entonces a Matamoros para que persiguiera a las tropas
realistas enviadas por el Capitán General de Guatemala. El único combate por la
independencia nacional de México realizado en territorio chiapaneco, tuvo lugar
justamente en Tonalá: las tropas (con muchos tehuanos) de Don Mariano Matamoros
alcanzaron a las del realista Manuel Dambrini, y las deshicieron en la “Batalla
de la Chincúa”, el 19 de abril de 1813.
Tonalá, al igual que otras
poblaciones de Chiapas, tiene un Acta de Independencia firmada “Por el S.
Alcalde José María Esquinca, Secretario”, el 20 de septiembre 1821.
La Regencia del Imperio
Mexicano decretó la incorporación de Chiapas a México, el 22 de enero 1822.
Pero Iturbide abdicó en marzo de 1823...
En esos años cruciales,
cuando Chiapas decidió que más valía ser “cola de león, que cabeza de ratón”,
Tonalá fue uno de los seguidores del Plan Chiapas Libre, del 26 de Octubre de
1823.
Por menos de un año, Chiapas fue una “nación independiente”; aunque... corrió
la suerte de ser “incorporado” a Guatemala el 18 de agosto 1824. Ulteriormente,
un escrutinio llevado a cabo el 12 de septiembre de 1824, dejó claro que
Chiapas quería, a diferencia del resto de Centroamérica, seguir siendo parte de
México.
Es igualmente importante
recalcar que Tonalá
tomó parte en la afirmación nacional mexicana frente a Guatemala. Puesto que
nuestro vecino centroamericano no aceptara, originalmente, a la Costa como
parte del nuevo Estado mexicano de Chiapas, hubieron de llevarse a cabo
conflictos que se decidieron a favor de la parte mexicana.
Una gran merma demográfica,
considerando el
pequeño tamaño de la población, fue causada por el Cólera Morbus. Un reporte de
la mortandad, entre mediados de enero y febrero 1834, cifra el número de
víctimas en 424.
El 2 de julio de 1835,
Jiquipilas y Cintalapa
estaban unidos a la Villa de Tonalá.
Es decir la extensión geográfica de Tonalá fue mucho mayor, incluyendo
poblaciones no sólo en la franja costera, sino también al otro lado de la
Sierra Madre, como estas dos últimas.
Sólo el Partido del Soconusco
se mantuvo como
entidad independiente, desde el 24 de Julio, en que había manifestado su unión
a Guatemala, hasta el 11 de Septiembre de 1842.
El general Antonio de León,
nativo de la ciudad de Huajuapan, Oaxaca, fue el Comandante Militar de Chiapas
que logró la incorporación del territorio del Soconusco a México en 1838,
asunto saldado con la declaración de unión irrevocable del Distrito del
Soconusco al entonces Departamento de Chiapas en 1842, por parte del presidente
Antonio López de Santa Anna.
Guatemala, por su parte, no reconocería los derechos de México, ni sobre el Soconusco,
ni sobre Chiapas,
hasta 1883.
De manera que según decreto
del 27 de abril
1847, Tonalá es uno de los 10 partidos de que el estado se compone.
El año anterior, con fecha
26 Oct 1846, el
gobernador del estado, desde San Cristóbal urge a los chiapanecos a auxiliar a
los tonaltecos por la destrucción sufrida por fuertes temporales.
La Época Porfiriana
La época porfiriana significó crecimiento
material para la zona. El Archivo Matías
Romero consigna, además, la llegada de grupos emigrantes diversos
a la zona del Soconusco. El 27 de diciembre de 1870, Tonalá fue elevada al
rango de ciudad; al año siguiente existirá el Departamento de Tonalá.
El mismo Matías Romero (quien llegara a
ser diputado al Congreso de la Unión por el Soconusco y Tapachula en abril
1875) fue gestor en las negociaciones para “desarrollar” la zona, rica en café,
azúcar, tabaco y hule; mismas que, si bien no concluyeron en la
construcción del Southern Mexican
Railroad, sí contribuyeron a que Guatemala fuese aceptando la soberanía
mexicana sobre la zona.
La compañía Southern Mexican Railroad o
Ferrocarril Meridional Mexicano (producto de la fusión de la Mexican Southern
Railroad y del Ferrocarril Mexicano
Oriental Interoceánico Internacional, el 14 mayo 1883) perdió la concesión el
29 de mayo de 1885, a falta de evidencia de construcción. Lo anterior debido a
problemas económicos en EEUU, su país de origen.
Ya en 1886, don Antonio García Cubas
reportaba una notable actividad económica en el Puerto de Tonalá. Con el
crecimiento económico de la Costa, habitantes del centro del estado de Chiapas
y del colindante estado de Oaxaca, vendrán a engrosar el contingente
poblacional.
Según
García Cubas,
durante el año fiscal 1885-1886, ingresaron al Puerto de Tonalá mercaderías por
un valor de 73, 923.43 pesos, y se exportaron 73, 185 pesos. Según el mismo
autor, en el año 1887, diecisiete barcos visitaron el puerto; de los cuales 5
fueron veleros y 12 embarcaciones de vapor.
Conviene
poner estas
cifras en su contexto. En esos años, la mayor parte del comercio exterior
marítimo se realiza por el Atlántico, seguido por la Frontera Norte, y sólo en
tercer lugar viene el comercio por el litoral del Pacífico.
Atlántico 14 455,180.75
Frontera
N 4
731,116.06
Pacífico
4 173, 582.38
Frontera
Sur
3, 340.62
Tonalá
viene a
representar sólo un modesto 1.77% del valor total del comercio por el Pacífico.
Aún así, su importancia es mayor que las de, en orden decreciente: Manzanillo,
Salina Cruz, Bahía de Magdalena, Puerto Ángel, Altata, Cabo San Lucas y Todos
Santos.
Chiapas
tenía 241
404 habitantes; su capital, San Cristóbal, 10 500; Tuxtla Gutiérrez, Comitán y
Tonalá, 7 000 habitantes cada una; Tapachula 6 000.
Es a fines del siglo XIX cuando se registran las emigraciones que han
hecho de la zona un mosaico etnográfico más comentado que estudiado: grupos de
chinos, japoneses, canacos, alemanes, árabes, españoles, etc, vienen a
avecindarse en una zona de antaño transitada y habitada por distintos pueblos
indígenas.
En 1890 llegó a Tonalá
la primera locomotora.
Para 1906, ya se había concluido la ferrovía hasta Tapachula. Tonalá se
convertiría así en una gran estación ferroviaria regional. Y existió, también,
un “trenecito” que comunicaba a la ciudad de Tonalá con su playa, ramal del
Ferrocarril Mexicano del Pacífico Limitado.
El autor de este artículo
recorrió a pié, el
año pasado 2004, parte del camino recto y plano, por donde se pueden observar
restos del terraplén sobre el que yacía la vía angosta del “trenecito”. Los
habitantes de los ranchos vecinos encuentran todavía clavos de la vía, con sus
arados.
Don Leopoldo Goût, quien
fungió como Cónsul
Honorario de Francia en el Puerto de Tonalá era uno de los tres grandes
comerciantes del puerto, junto con De Cueto, y M. Rabasa Sucesores.
Tonalá tenía también un consulado inglés y uno español.
Don Belisario Domínguez
fue Senador suplente
por el Estado de Chiapas en 1912, y ascendió a propietario por la muerte de
Goût.
La familia Rabasa se transladó
a Tonalá en
1836. La Era Rabasista de Chiapas va de 1891 a 1911. Emilo Rabasa regresó a la
Cd. de México en 1894. Ramón Rabasa fue gobernador del 30 nov 1899 a 1905.
Una revisión de las estadísticas
compiladas por el Sr. Stavoli, correspondientes a los años 1889, 1890 y 1891
muestran algo poco conocido: las exportaciones combinadas de los dos puertos
chiapanecos Tonalá (hoy Puerto Arista) y San Benito (hoy Puerto Madero) llegan
a sobrepasar a las de Acapulco, primer
puerto nacional del Pacífico.
De Tonalá partía otra pequeña
red de
comunicaciones fluviales y terrestres. Se podía ir en canoa hasta Mazatán,
cerca de Tapachula, por el estero (“El Manguito”) aunque el trayecto duraba 2 ó
3 días, y se dejó de utilizar con la llegada del ferrocarril. A Villa Flores se
hacía un día, utilizando el camino que asciende por la margen izquierda del Río
Zanatenco.
Los barcos que tocaban
el Puerto de Tonalá eran
de distintas banderas nacionales (hubo uno de Dinamarca, por ejemplo). Pero la
bandera norteamericana será, progresivamente, la más común entre las
extranjeras; enarbolada, comúnmente, por la Pacific Steamship Company.
El tren de Puerto Arista
estaba proyectado para
llegar hasta “La Mesilla” (cerca de Cintalapa), donde existió una fábrica
textil, pero la Revolución dio al traste con tales planes. El único trayecto
diario del trenecito era hacia la playa, de ida y regreso: paraba en Agua
Tendida (en un pozo de agua para la caldera), El Zarzal, El Zancón del algodón,
pasaba el puente en Capulín, y llegaba a Puerto Arista, donde una mesa
giratoria le daba vuelta.
El Puerto estaba y sigue
estando sobre mar
abierto, sin escollera. Los barcos anclaban detrás de la rompiente de las olas.
Los capitanes conocían en qué épocas del año era más fácil aproximarse a la
playa. Desde los barcos, se tendía un cable hasta tierra firme, y mediante esa
guía se realizaba el desembarco; todo asistido por un experto nadador; un
“boga”.
Una rápida hojeada al contenido
de las
exportaciones chiapanecas nos confirma la naturaleza principalmente agraria de
nuestro estado (arroz, índigo, cacao, café, tabaco, cueros, panela o
piloncillo, etc). Es de notar la presencia de textiles elaborados en “La
Mesilla” (Cintalapa).
El Código Internacional
de Señales de 1923
presenta la bandera de registro usada por el Puerto de Tonalá, quizá antes de
1888.
Un cuadrado dividido diagonalmente del ángulo inferior izquierdo al superior
derecho; la parte superior es color rojo, con un círculo blanco, la parte
inferior es amarilla.
Por 1923, el nombre de
la localidad había
cambiado a Puerto Arista, y la bandera también (la mitad superior del
cuadrángulo es azul, y la inferior, blanca). La “cabeza del puerto” de Tonalá
cambió de nombre de “La Puerta” a “Puerto Arista” en 1892.
Todavía
pueden verse en el centro de la ciudad, los edificios que antes fueron
propiedad de grandes comerciantes de Tonalá. Detrás del palacio municipal, por
ejemplo, está el de De Cueto, que después fue utilizado como mercado municipal;
y en lo que hoy es el Hotel Galilea, se encontraron, una vez, los de Goût.
Los últimos restos, ya
muy menguados, de los
portales de Tonalá están a punto de desaparecer, víctimas del “progreso”
inexorable del cemento moderno, a su alrededor.
Siglo XX
El inicio
del siglo XX fue catastrófico para Tonalá en términos demográficos. Aunque
relativamente alejada del centro del país y su revolución, sí resintió
tardíamente sus embates. Aunado a los ataques del famoso “mapache”
(revolucionario) Zínar Corzo al puerto de Tonalá, epidemias como el cólera y la
influenza española diezmaron la población. Ésta registró cifras negativas,
tanto en sus tasas de crecimiento, como en términos absolutos, tal como puede
apreciarse en los gráficos correspondientes que se presentan más adelante.
El crecimiento demográfico
de Chiapas, y el de sus ciudades costeras, difiere mucho del resto del
país.
Por regla general, nuestro
estado ha crecido a
una tasa inferior a la nacional, como se puede apreciar en la tabla siguiente;
así como se puede apreciar un gran salto,
en los años ochenta, que será objeto de nuestra discusión, enseguida.
Como puede observarse,
Chiapas con una
población relativamente pequeña crecía menos que el promedio general del país:
dos décimas porcentuales menos que el promedio nacional en el período 1950-60,
siete décimas porcentuales menos en el periodo 1960-70, cuatro en 1970-80. Y luego,
en 1980-90, de manera
extraordinaria, rebasó el promedio nacional por 2.5 %; es decir, Chiapas creció
al tremendo ritmo de 4.5 en los años
ochenta. Y así, el estado pasó del 11º al 8º lugar entre los estados más
poblados del país, sitio que ha mantenido hasta ahora.
Remontándonos, otra vez,
a los datos de este
crecimiento a nivel nacional, una gráfica de barras, nos muestra un crecimiento
ascendente, como se puede observar.
Sin embargo, ello es sólo
un efecto gráfico: la
población de México no crece tanto como parece sugerir el diagrama empleado.
Una revisión a las tasas de crecimiento sirve para sacarnos de dudas. Fue el
periodo 1960-70 cuando nuestro país alcanzó sus máximos de crecimiento
promedio: 3.5; descendiendo en el periodo 1970-80 a 3.3, aún bastante
acelerado, cayendo
luego (mientras Chiapas crecía y crecía)
a la ínfima cifra de 2.0 (es decir, por debajo del nivel de reproducción,
convencionalmente establecido a 2.1). El nivel de 2.1 fue el promedio
registrado en el periodo que va de 1990-5, según los datos de la grafica.
Atendiendo a los datos de la primera tabla, la cifra es todavía mas pequeña:
1.9
El municipio de Tonalá
tiene ahora 78 438
habitantes, de los cuales, casi el 40% (31 212) vive en la cabecera municipal.
Para las cifras municipales
es necesario tomar
en consideración que, a medida que han ido
creciendo, algunos pueblos
se han convertido, a
su vez, en ciudades; como pasó con Arriaga en 1943 y Pijijiapan en 1961. Al
cambiar ellas de status, el municipio de Tonalá pasa a tener “menos”
habitantes, puesto que esas partes ya no se contabilizan de la misma manera. Lo
mismo podrá pasar, en el futuro, con los poblados de Paredón (que ya tuvo 5 846
habitantes en el censo del año 2000), y Tres Picos (4 503 habitantes en el censo
del año 2000).
Si hipotéticamente, pudiéremos
juntar los tres
municipios de nuevo, la estadística nos diría algo muy diferente (y para
algunos, alarmante); es decir, la población del “municipio reconstituido” de
Tonalá fuere de 163 376 habitantes en el año 2000.
El crecimiento de la mancha urbana
El desarrollo del casco
urbano de la ciudad ha
debido registrar cambios en su emplazamiento. Es comprensible que algunas de
las viviendas más antiguas se encuentren alrededor de la parroquia de San
Francisco, sitio de oración, y de la plaza (o “parque”) central, sitio original
del mercado. Aquellos desafortunados que fincaron en las márgenes de los ríos,
o en tierras bajas anegables, hubieron de pagar las consecuencias.
Los desbordamientos del
“riyito” que cruza la
ciudad han inundado las casas ubicadas en sus riberas. Por tales razones, y
hasta la segunda mitad del siglo XX, existieron playones y espacios no fincados
en ambas márgenes. El olvido imprudente, el afán de lucro y el descuido
oficial, llevaron a los tonaltecos a saturar de casas lo que debió consolidarse
como una zona de absorción del impacto de las crecientes. Cada indeterminado y
esporádico número de años, una tromba, una lluvia prolongada, etc, nos recuerda
cómo debimos proceder.
Los asentamientos en la
margen derecha del
Zanatenco, el proveedor de agua potable, han corrido con peor suerte, en el
pasado. El río casi termina su descenso, y ya no está rodeado de colinas, justo
al pasar por Tonalá. O peor aún, la última colina queda del lado izquierdo,
forzando las crecientes sobre la margen derecha.
Antes hubo de despoblarse
la zona, ahora se
construye con ahínco ahí mismo; pues el cambio climático parece sugerir que las
lluvias serán escasas; desde luego, con el olvido ha crecido el riesgo. Cuando
las lluvias torrenciales cayeren de nuevo, como en 1998, poco podrá hacerse,
con los recursos disponibles, por quienes no corran suficientemente aprisa.
Debo añadir que todas las
calles (en Tonalá las
que corren paralelas a las montañas, son “avenidas”) se transforman en ríos,
durante la estación de lluvias.
Entonces, Tonalá ha tenido
una forma de número
4, limitada al Este por el Río Zanatenco (barrio de “los Tigres”). El Río
Zanatenco no se dejaba cruzar fácilmente en época de lluvias, y llega aún a
derribar los puentes. Pero, Puerto Arista queda del otro lado del río...
Al Sur la ciudad terminaba
en las últimas casas
que bordeaban el camino al mar. Al Norte
por las colinas del barrio del “Otro Mundo” que rematan en la Santa Cruz (que
se yergue como exorcizando a Iglesia Vieja). Y al Oeste, la curvatura de “El
Riyito”, por cuyas márgenes las casas continuaban.
Los barrios hacia el Sur
crecieron mucho con la
llegada del ferrocarril. Varias calles se poblaron hacia abajo. Y el hecho de
que la estación estuviese plantada al Oeste de la “calle real” (16 de
Septiembre) hizo que crecieran calles paralelas al Oeste de la misma;es decir,
a la izquierda del mástil del
número cuatro, como la calle Francisco I. Madero, y otras más a medida que se
fueron construyendo puentes sobre “el riyito”.
La Colonia Evolución (nombre
muy porfiriano)
resulta del crecimiento poblacional entre la zona ferroviaria y el (“nuevo”)
Panteón Municipal. Y así, el mástil del “4” toma la forma de letra “J”.
Fue entonces cuando Tonalá
vivió sus años de
esplendor, siendo puerto (que perdió importancia a medida que Salina Cruz,
Oaxaca, la ganó) y gran estación ferroviaria regional. La siguiente en
importancia que acabaría eclipsándola, sobre todo después de la huelga
vallejista, era la de Matías Romero, en Oaxaca.
A la vuelta del siglo,
entonces, Tonalá era el
sitio regional al que acudir en busca de medicinas, piezas de repuesto,
novedades. La ciudad tuvo alcantarillado y agua potable antes que las capitales
estatales del sureste. Tenía sus grandes almacenes, sus hoteles, sus calles
empedradas, sus puentes, su alumbrado público, sus extranjeros, su casino, su
tren, su balneario, su puerto. Todo dicho modestamente.
Si bien mucho del comercio
marítimo empezó a
decaer con la llegada del ferrocarril, y el transporte de la carga al puerto de
Salina Cruz, el golpe mortal fue el triple impacto de:
- la
Revolución Mexicana,
- los
desastres naturales (una gran inundación: 1919), y langosta (1913)
- las
enfermedades: el cólera o vómito negro (1882), la viruela negra (1914) y la
influenza o gripe española (1918).
El Cólera Morbus había
asolado a la población
entre enero y febrero 1834, matando a 424 personas, como mencionamos
anteriormente. Este tipo de epidemias afectan más a las ciudades portuarias que
a las poblaciones del interior,
Después de esas fechas,
los mapaches se
retiraron a las serranías, aquejados, ellos también, por las mismas epidemias
que los tonaltecos.
Un oficial carrancista,
de nombre Manuel
Salvador Orduña Figueroa tuvo a su cargo la defensa de la plaza que, según la
tradición oral, pudo haber caído en manos de los atacantes. Pero entonces se
produjo la aparición providencial de Tata Chico, el santo patrono de la ciudad,
en la forma de un niño turulito.
Entre los defensores se encontraban Vareliano Villanueva (con gente de las
localidades de El Congreso, Huizachal, San Nicolás, Guayabo); Mardoqueo
Palomeque (de Pijijiapan), y Merced Antonio, de Tonalá.
La leyenda cuenta que en
el momento crucial del
combate, cuando había francotiradores disparando a las espaldas de los
defensores de la ciudad, el fusil de Orduña se encasquilló. En medio de la
balacera, estaba aquel niño tonalteco jugando con una varita de madera. El niño
ofrece a Orduña desatascar su rifle con ella. La primera reacción del soldado
fue ordenar al niño ponerse a cubierto. Pero como el niño insistiera (habría
que considerar el efecto del aura de San Francisco sobre Orduña), el hombre le
entregó su arma. El niño limpió fácilmente el cañón con su varita. A partir de
entonces, todos los tiros de Orduña dieron en el blanco, y los atacantes
debieron retirarse.
El conflicto armado hizo
huir de la ciudad a
algunos de los grandes empresarios, y arruinó los negocios, en general. Las
enfermedades, por su parte, tuvieron un impacto demográfico tremendo. Los
viejos hablan aún de carretas repletas de los cadáveres apestados conducidos
lejos de la ciudad.
El impacto es observable en los cuadros estadísticos presentados con
anterioridad.
Y la gran inundación de
1919 vino a completar
el ciclo de decadencia de la ciudad. La tormenta se encarnizó con la ya
severamente golpeada Tonalá. No dejó “ni las vías del FFCC”, y desde luego
forzó la reubicación de las casas de la margen derecha del Zanatenco, a tierras
más seguras; en particular, los barrios de “Nicatán” y de “Las Flores”.
Pasará algún tiempo para
que Tonalá recuperare
su población. Y cuando lo consiguió, su desarrollo debió partir de varias
casillas atrás: el Puerto de Tonalá no volvió a levantar cabeza.
Poco después, a Tonalá
también le tocará la
persecución religiosa callista y cardenista (1926-38). Don Valeriano cuidaba la
iglesia; un pitazo del taller o un repique de campana y “se soltaba la
rancherada” a defender el inmueble, que se reabrió en 1938.
Luego llegó la carretera
federal pavimentada en
1959, a lo largo de la Avenida Hidalgo, estimulando el crecimiento de caseríos
y calles a ambos lados de ella: la Avenida Rayón (paralela al Norte) y las
avenidas Matamoros y Juárez (al Sur). Antes el desarrollo urbano se había
orientado a lo largo de la vía del ferrocarril. La Colonia Evolución había sido
creada en 1938.
En el cruce de lo que hoy
son la calle
Independencia y la avenida Matamoros, se encuentra uno de los puentes más
antiguos, invisible hoy por la proliferación de negocios encima de él.
Desde la segunda mitad
del XIX, los alemanes de
Chiapas, admirados por su laboriosidad, con la producción cafetalera habían
ligado San Benito y Tonalá al comercio con Hamburgo, e introducido maquinaria
de vapor. Lo mismo hicieron en otras regiones de América Central. ¡Qué de
fortunas se crearon al expropiarlos durante la II Guerra Mundial en varios
países de la región centro y sudamericana!
Todo empezó a cambiar más
rápidamente. El
crecimiento poblacional se hizo notar, llegaron más automóviles, más cemento,
más electricidad. La pavimentación nos
permitió recorrer rápidamente la ciudad que había crecido bastante. Sin
embargo, persistía el sentimiento de aislamiento e incomunicación con otras
poblaciones.
Tapachula quedaba “lejos”
y Tuxtla Gutiérrez
también; para no hablar del DF. Todavía en los años 60, se empleaban 3 días para
llegar a la Ciudad de
México. Cuando empezó a funcionar una línea de autobuses, 17 horas... Y desde
luego, la temporada de lluvias destruye
puentes, carreteras y ferrovías.
Los pocos extranjeros avecindados
eran notados;
y como la ciudad era ya casi 100% mestiza, también eran considerados
“visitantes” los chamulas y los zapotecos. Centroamérica existía para los
tonaltecos, casi exclusivamente en las mercancías de contrabando que traían las
“bayunqueras” (oficio predominantemente femenino).
Crecer en Tonalá, para
los niños privilegiados,
era asistir a buenas escuelas, desde el kínder hasta la secundaria (la escuela
preparatoria empezó a funcionar a fines de los años sesenta). Era consumir
alimentos despachados envueltos en papel estrasa o en hojas de plátano o en el
recipiente que uno mismo llevaba; pero no se usaban los plásticos. Era jugar en
los campos deportivos y parques. E ir mucho al único cine: el “De La Rosa”.
La radio local llegaría
en los años 60 y la TV
nacional mucho más tarde; pero los cambios ya hacía tiempo que llegaban a
través de las montañas, no del mar. Tonalá había dejado de ser una ciudad
pequeña, para convertirse en un pueblo grande.
Y aún los tonaltecos salían
a estudiar con la
expectativa de regresar a ejercer sus profesiones, a su terruño; especialmente
los médicos. La naturaleza y el estado de las instituciones y las vías de
comunicación hicieron que ir al DF se convirtiera en el destino principal en
busca de educación superior.
Ir al DF por vía terrestre
era percibido como
menos riesgoso que remontar “La Sepultura” rumbo a Tuxtla. Ir a Tapachula era
como ir en sentido contrario respecto al centro.
No es un secreto que el
Estado de Chiapas fue
abandonado por los gobiernos post-revolucionarios. De hecho, Tonalá vivió su
mayor esplendor bajo el gobierno porfiriano. Las riquezas naturales del estado,
el petróleo, la hidroelectricidad, el café, etc, han servido para subsidiar la
economía del centro de la república, y escasamente para ayudar la supervivencia
de los chiapanecos más pobres.
Volviendo a Tonalá, ya
convertido en un pueblo
grande, pasó a sobre-explotar lo ya existente, sin añadir nuevas obras; o casi
sin hacerlo. Las excepciones de rigor son: la llegada del IMSS, la apertura de
nuevas escuelas, la radio local, la televisión... Empero, la ciudad no volvió
a ser lo que fue.
Y una vez amputada de su desarrollo portuario-comercial, pasó a sustentarse de
sus otras actividades: la ganadería y la pesca exclusivamente ribereña.
La población creció mucho,
como dijimos al
inicio. El país mismo tenía la mitad de
los habitantes de hoy, hace sólo 40 años. Pero, en ese entonces, todos
los niños traían su “torta bajo el brazo”;¿o, no?. ¡Al menos eso parecía!, hasta
que López Portillo lloró de despecho en diciembre 1982.
Pero los predicamentos
de la crisis económica
son sólo algunos de los problemas que afectan a la región costera en los años
1980. Al tremendo crecimiento poblacional se añadirá la inmigración de cientos
de miles de centroamericanos que escaparon de los estragos de la guerra en sus
países.
La añadidura de ese contingente
poblacional, de
alta tasa reproductiva, vino a acelerar grandemente, el ya dinámico crecimiento
demográfico. En los años subsiguientes, la costa se convertirá en un verdadero
“corredor” de todo aquello y todos aquellos en ruta a los Estados Unidos:
indocumentados de distintos talantes y nacionalidades (no sólo
centroamericanos), y muchas actividades delictivas, no necesariamente asociadas
a la inmigración: drogas, trata de blancas, tráfico de infantes, de especies en
peligro de extinción, piezas arqueológicas, etc.
Y así, llegamos a un punto
en que los
tonaltecos “ya no cabemos”. La ciudad se desborda. Los nuevos barrios desafían
la planeación municipal. Los servicios son insuficientes, y la calidad de los
mismos se deteriora. Tonalá tiene más escuelas.; incluyendo varias opciones
universitarias; pero la calidad de los estudios es muy baja.
Al Río Zanatenco hubo que
construirle
compuertas, cada vez más arriba, para asegurar el abasto de agua. El río se
llega a secar ahora: nos lo estamos bebiendo todo. La red de agua potable es
insuficiente y anticuada. Ésta fue privatizada por algún tiempo,
infructuosamente, para dueños y usuarios. La electricidad es cara, más cara en
Chiapas que en otros estados del país.
Y si bien estamos lejos de la zona zapatista, la politización ciudadana ha
llevado a que siete distintos partidos políticos contiendan en los comicios
municipales.
A principios del siglo
XXI, Tonalá tiene nuevos
barrios y unidades habitacionales, casi por todos lados. Del lado Este, se ha
poblado la margen izquierda del Río Zanatenco (San Felipe). Del lado Norte, las
casas descienden desde el barrio de “El Otro Mundo” hasta la colina siguiente.
Por el Poniente, ya está poblado desde “La Farola” (antes una finca rural)
hasta la colonia ferrocarrilera; ahora unida por un par de puentes sobre el
“Riyito”, con la colonia Evolución. Y al Sur, las casas han rebasado el barrio
del “Señor de Acapetahua”, y se encuentran a ambos lados del desvío carretero,
que corre en dirección Este-Oeste, y de la carretera a Paredón. Las unidades
habitacionales, que a veces se quedan en “pies de casa”, son ejemplos de cómo
conservar el calor en el infierno: techos bajos, ventanas pequeñas, todo de
concreto.
La construcción de la Carretera
de la Costa por
Enrique Salinas de Gortari y su compañía constructora, requieren una breve
reseña: se limitaron a construir una carretera de dos carriles junto a la “libre”
que ya teníamos, y le pusieron casetas
de cobro a ambas: la vieja y la nueva. El injusto cobro ha sido repelido, hasta
ahora, y promete ser la causa de futuros conflictos, en Tonalá.
No hay seguridad, y los
gobernantes y las
fuerzas del orden parecen ser parte del problema. Hemos tenido que aguantar
tantos y tan malos que ya no sabemos cuáles han sido peores. Incluso, soldados
del ejército nacional han sido identificados como violadores sexuales de
menores, quedando su crimen impune, amparados en la seguridad de sus cuarteles.
Ya no nos conocemos porque
somos muchos, y ya
no nos reconocemos porque nuestra moral se ha deteriorado. Hoy día, un gran
elogio a un recién difunto es decir de él: “fue honrado y trabajador”.
Resumiendo:
- Tonalá
pasó de ser una ciudad pequeña a ser un pueblo grande.
- El
crecimiento poblacional reciente tiene diversos componentes, y se orientó
por las vías de comunicación, sucesivamente: puerto, tren, carretera.
- Adicionalmente:
los servicios públicos son ahora insuficientes, la seguridad precaria, y
la corrupción pública complica las cosas aún más.
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